Henriet-Bazin

Generación tras generación, la familia Henriet-Bazin siempre ha estado habitada por el Espíritu de la Viña y el Vino.

En la actualidad, nuestros métodos de trabajo se basan en una filosofía sencilla, una forma de hacer las cosas que nos es muy querida y que se resume en una palabra: Respeto.

Respeto por la naturaleza, la tierra, las viñas, los vinos y los clientes.

Viticultores y elaboradores artesanales desde hace 4 generaciones, crean champanes que llevan consigo el sabor de la tierra de la que proceden. La receta es sencilla: prestar atención a cada detalle y hacer que la tierra, la vid y el vino se sientan bien.

Grand Cru, Premier Cru, 3 viñas, 4 pueblos, 36 parcelas y mucho más…
Trabajan sus 7,75 hectáreas de viñedo, de las cuales 6 hectáreas (34 parcelas) se encuentran en la ladera noreste de la Montagne de Reims y 1,75 hectáreas en el valle de Ardre.
El viñedo se sitúa históricamente en la Montagne de Reims y las cepas se distribuyen entre Verzenay y Verzy, clasificadas Grand Cru, y Villers-Marmery, clasificada Premier Cru, donde se encuentra la finca.

Sin embargo, el terruño va mucho más allá del nombre de las parcelas, la variedad de uva que llevan o el pueblo del que proceden.

Con el tiempo, han descubierto que el sabor de la tierra también está ligado a un mosaico de elementos geológicos naturales como el suelo, el subsuelo, la altitud, la orientación e incluso la pendiente de las parcelas. Estos vínculos con la tierra influyen enormemente en las vides y también en los vinos. Por eso vinifican por parcelas, o por zonas geográficas.

Luego viene la singularidad meteorológica de cada año. Es entonces el clima el que, a través de las temperaturas primaverales, los periodos de precipitaciones y los momentos de fuerte calor, guiará el espíritu de los vinos.

Por último, las energías del suelo, sus interacciones con la luna, su conexión con la tierra y el ambiente en el que se encuentra ofrecerán ese pequeño extra casi imperceptible que marca la diferencia.

Porque los componentes geológicos de los terruños se han ido implantando a lo largo de millones de años.